Una década de reformas tributarias que no recaudan

CECILIA CIFUENTES

Los ingresos fiscales siguen dando malas noticias, explicadas por una recaudación que parece no darse cuenta de las seis reformas tributarias aprobadas en la última década, con el objetivo de aumentar los recursos fiscales. En los cinco primeros meses de este año la recaudación tributaria cayó un 3,7% real, mientras la actividad se expandió un 2,3%. Se ve muy difícil entonces que el gobierno logre su meta de un aumento real de más de 10% de los ingresos tributarios (¿qué justificó ese optimismo?)
Si el segundo semestre fuera algo mejor que el primero en materia de recaudación, el resultado del año 2024 sería similar en términos reales al de 2023, cayendo levemente a un 17,2% del PIB, algo por debajo de la cifra del año 2012, antes de esta seguidilla de alzas tributarias. El aumento de tasas impositivas se ha compensado entonces con disminuciones de la base imponible ¿Cuáles son las causas de esta caída?

“En lugar de seguir subiendo las tasas impositivas, lo que se debe hacer es fomentar el crecimiento de las empresas, simplificar el sistema tributario y controlar la evasión donde efectivamente está”.

Una explicación posible es una disminución de las utilidades de las empresas. El Informe de Estabilidad Financiera del BCCH muestra evidencia en esa dirección. Aunque el ROA de las empresas se ha mantenido, ha aumentado el nivel de endeudamiento y han caído los márgenes. Por otra parte, el IPSA medido en términos reales es equivalente al índice previo a la crisis subprime, mostrando que el valor económico de las mayores empresas está estancado hace una década y media.
Obviamente una mayor evasión podría ser también una causa relevante, y al parecer el diagnóstico del recientemente renunciado director del SII apuntaba a que ese problema estaba radicado en los grandes contribuyentes, dado el celo que ponía en ese grupo. Sin embargo, es poco probable que esa sea la causa principal, precisamente por los mayores esfuerzos de control que se han hecho y porque se trata de contribuyentes con mayor visibilidad pública.
Otra posible explicación es que la proliferación de regímenes tributarios diferenciados afecte las decisiones organizativas de las empresas. La evidencia empírica es concluyente en mostrar que una de las condiciones para que un sistema tributario sea eficiente y eficaz es la simpleza. Chile tuvo un sistema tributario bastante simple, pero en las últimas dos décadas se han ido introduciendo reglas especiales, debido a que se ha considerado que la regla general sólo es viable para los pagadores de mayor tamaño. La multitud de regímenes tributarios complejiza el control, favoreciendo la elusión, siendo entonces un mal camino para emparejar la cancha entre empresas grandes y chicas. Mucho más efectivo para ese objetivo es disminuir la permisiología, que es en la práctica un impuesto regresivo y que no recauda.
Por último, es cierto que existe una evasión elevada, pero no en las grandes empresas, sino en la creciente economía informal. Y no se trata sólo del comercio ambulante, sino de la economía digital, cuya actividad se vio muy favorecida por la pandemia. Un hecho que apunta en esta dirección es que, a pesar de la boleta y factura electrónica, sumado al establecimiento del IVA a los servicios, la recaudación de ese impuesto en términos del PIB se ha mantenido constante.
Entonces, en vez de seguir subiendo las tasas impositivas, lo que se debe hacer es fomentar el crecimiento de las empresas, simplificar el sistema tributario y controlar la evasión donde efectivamente está. En base a las declaraciones del actual director subrogante del SII, parece que ahora la película estaría más clara. Es de esperar que se corrija el rumbo, y se vuelva a mirar el crecimiento económico como la principal fuente de ingresos fiscales, porque lo es.